La no atractiva noia
L'ultraesclau 2000
El vell urany (tiene 1000 años)
El dimoni pajillero (no cree en seres sobrenaturales)
El plato del programa
Las gotas de la lluvia chocaban contra el cristal de la ventana formando un sonido rítmico sin patrón. Sentado en un pequeño sillón de vaivén un joven exhalaba una bocanada de humo mientras apagaba el cigarro acabando de crear una montaña de colillas en el cenicero. Su vista estaba fijada en el exterior mirando como el agua formaba charcos en la calle regando todos los árboles del parque, por su mente corría un río de pensamientos y recuerdos que le desgastaban lentamente como si de agua en roca se tratase, el muro que contenía ese caos había caído junto al cadáver aun caliente de la confianza.
Con todo eso en su cabeza no reparó en el humo que danzaba por la estancia como si tuviera vida propia, mientras la coreografía seguía su curso una cara se fue formando y acercándose lentamente al oído del joven. Allí él y una cara miraban por la ventana como el agua limpiaba todo lo que había en la calle, entonces la cara le susurró en la oreja que saliera al parque y dejar que la lluvia limpiara su pena como si fuera una capa de polvo.
El chico tomó eso como un pensamiento propio y se levantó dispuesto a salir a dar una vuelta por el parque. Antes de salir del portal encendió otro cigarro y salió a buscar el contacto con el agua, las finas gotas cayeron sobre él, empezando a mojarle toda la ropa, pero la sensación que tenía siempre que la lluvia caía sobre él estaba tan llena de paz que realmente creía que llegaba a purificarle por dentro.
Fue directamente hacia el parque, dirigiéndose al pequeño camino entablado rodeado de árboles que llevaba a una pequeña pista de baloncesto. Iba con la intención de quedarse allí mientras durase la lluvia, recordando los viejos tiempos donde a la vez que se creaban sus fantasmas se levantó la contención que acababa de caer pero, al llegar, vio que no estaba solo, sentada en el centro de la pista había una chica, su pelo negro pegado a la cara y cuello y su ropa decían que llevaba allí algún tiempo. El chico se había quedado parado en la entrada de la pista, sorprendido al ver que alguien más había decidido ir a aquel lugar, entonces ella giró la cabeza y le vio, ambos se miraron durante unos instantes y la sorpresa del joven fue aun mayor, ella le miraba con sus ojos grises, con el agua resbalándole por la cara, intentando disimular las lagrimas que brotaban de sus ojos y, en sus labios, observo la sonrisa más triste que había visto, se había quedado atónito, a pesar de la tristeza que reinaba en aquel rostro era lo más bello que había visto en toda su vida.
Entonces sin saber porqué entró en la pista dirigiéndose hacia ella y dejando caer el cigarro a medio fumar, apagándose al entrar en contacto con el suelo mojado y, la última hebra de humo, pareció formar una sonrisa mientras ascendía y se difuminaba en el aire. Cuando estuvo junto a ella se sentó en y se quedó mirando la canasta mientras el agua caía sobre ellos y así permanecieron hasta que ella empezó ha hablar, durante rato estuvieron conversando sentados en aquella pista bajo la lluvia. Entonces el chico sacó su reproductor de mp3 dispuesto a romperlo y acabar limpiando así todo lo que llevaba encima, pero ella se lo quitó de las manos y lo puso en marcha para escuchar la música. Cuando empezó a sonar se levantó y empezó a bailar allí, bajo la lluvia, con el agua limpiando las lagrimas de su rostro, fue entonces cuando una sonrisa de verdadera felicidad volvió a surgir en ellos.
En ese momento la lluvia cesó de repente y ambos se miraron sonriendo y supieron que habían ido allí solo por la lluvia, así que el chico se levantó y empezaron el camino de salida pero él se detuvo, sacó el paquete de tabaco y lo lanzó hacia la papelera que tenían tras ellos, después de eso ambos abandonaron la pista bajo un tímido rayo de sol penetrando entre las nubes con las manos entrelazadas.
En extraños lugares
Donde sueles estar
Cuando llego no estas
De nuevo a empezar
A los arboles oigo decir
Que has estado ahí
Llevando trankilidad
Sin necesidad de hablar
Siempre en otro lugar
No te puedo encontrar
Portadora de sueños
Dama de la soledad
En lejanos pueblos
Tu nombre oigo nombrar
Una llama incesante
Que ilumina la oscuridad
Siempre buscando
siempre detrás
siempre escuchando
siempre esperando
aun no se donde estas
quiero tu voz escuchar
se que en sueños te vere
en ti fuerzas encontrare
La calle estaba vacía mientras un pequeño grupo avanzaba por ella en dirección a una discoteca. Hacía tiempo que no salían todos juntos y caminaban despreocupados hablando y riendo cuando todas las luces se apagaron. Todos lo tomaron como un fallo eléctrico, pero la oscuridad fue acrecentándose poco a poco y la calle fue desapareciendo engullida por una eternidad negra delante y tras ellos. El grupo empezó a preocuparse por lo que estaban viendo y la histeria empezó a apoderarse de algunos de ellos, chillando que aquello no era posible y, mientras dos de ellos tranquilizaban a los demás una risa los rodeó.
- ¿así que no es posible? – dijo la voz que reía a medida que de la oscuridad llegaba un hombre completamente trajeado – Dejadme que os diga algo, aunque los humanos heis olvidado los que éramos conocidos seguimos existiendo.
Ahora todos estaban callados y mirando al hombre que tenían delante, aunque su ropa y su cuerpo eran de hombre su cara era gris, con una dentadura prominente que hacía parecer que no tuviera labios, su nariz brillaba por su ausencia, donde debía estar solo existían dos orificios alargados que morían al lada de cada cuenca vacía, dominadas por unos puntos amarillentos flotantes en el centro.
Mientras los demás seguían observando la cara de aquel ser que había venido de ninguna parte uno de ellos se sobrepuso a su miedo y sacó valor para dirigirse a él.
- ¿Qué coño quieres? – preguntó.
- Comer – contestó el ser – nosotros también lo necesitamos.
Al decir esto dejó de estar delante de ellos para aparecer detrás de uno de ellos. Al verlo todos los demás se apartaron de ellos y se los quedaron mirando con miedo en los ojos.
- ¿vas a comernos? – preguntó el chico de nuevo diciendo en voz alta lo que todos pensaban.
- ¿comeros? – dijo el ser – tentador pero no, bueno depende de uno de vosotros. Los humanos no sabéis muy bien, prefiero robaros los sentimientos, ah los sentimientos puros… se me hace la boca agua.
- ¿de que estas hablando? Preguntó una de las chicas.
- Aquí hay lo más sabroso, amor – dijo aquel extraño hombre haciendo brillar sus ojos al recordar el sabor de lo que quería.
Entonces el chico que había hablado miro a su pareja y tomó una decisión, se acercó al ser y su compañero y abrió los brazos.
- Adelante pues – dijo – si sacrificándolo nos dejas salir con vida estoy dispuesto.
Ante esa reacción el ser empezó a reír descontroladamente, como si no le hubieran dicho nada tan divertido desde hacía tiempo.
- eres un engreído – dijo – ¿Qué te hace pensar que me interesa lo que tú sientes?
- Que solo ella y yo tenemos una relación – dijo temblando ante la intensa mirada ausente de aquel ser.
- Eso es algo secundario necio – empezó – sin contar que yo quiero sentimientos puros, incorruptos, no lo que tú dices sentir, retrocede o puede que te tome de aperitivo.
El chico volvió atrás rápidamente y acompañó a los demás a ver como el ser se inclinaba hacía su compañero que seguía allí quieto. Vieron como estaba un rato hablándole al oído, sin escuchar que decía, pero vieron como el rostro de su compañero se ensombrecía lentamente. Cuándo se apartó el chico se quedó mirando al suelo, hasta que finalmente alzó la mirada fijándola en una de las presentes, aclarando las cosas antes de girarse hacia aquel ser y decir “Que aproveche”. Entonces el ser colocó una mano encima de la cabeza del chico que empezó a convulsionar y acabó cayendo al suelo.
- Delicioso – dijo el ser – agradecedle el seguir vivos.
Dicho esto desapareció y con ello volvió el mundo y la luz. Pasado un momento corrieron hacía su compañero y vieron que estaba inconsciente, aunque despertó antes de que pudieran darle la vuelta. Lo hizo él mismo a medida que se levantaba y, al mirar a sus compañeros, pudieron ver como su ojo izquierdo había desaparecido para dar paso a un punto amarillo flotando en la oscuridad de la cuenca vacía.